Se jugará el partido más importante para el Perú, y de lograrse la victoria, me encantaría poder comprar un pasaje a Rusia. Pero obviamente no podré. Tampoco podré ir al estadio a gritar ese gol que todos estamos esperando. La razón: Tengo un bebé de seis meses.

Hasta antes de ser madre veía mis partidos rodeada de amigos con unas chelas bien heladas en la mesa de algún bar conocido, sin embargo, el jueves que volví a "disfrutar" de un partido fue totalmente diferente por muchos e innumerables motivos. Mientras veíamos el Argentina - Perú me ponía a pensar si pasaba lo mismo en todos los hogares. 

Durante el primer tiempo estuve acompañada por mi esposo pero solo de cuerpo, ya que su mente estaba totalmente en La bombonera. Stefano podía estar llorando, pero para él quizás fue un sonido similar al de una vuvuzela. Cuando terminaron los primeros 45 minutos, luego de salir del estado de hipnosis en el que estaba, lo primero que hizo fue bañarlo. Mini minpao ya quería dormir justo cuando empezaba el segundo tiempo. Con tanto ruido el bebé no podía dormir, entonces me fui a otra habitación (una oscura) donde permanecí cerca de 20 minutos totalmente sola escuchando, de vez en vez, un par de arengas y quejas de mi esposo. 

Pero estamos en el mes morado y el milagro sucedió. Mi esposo vino a mí, prendió la televisión y empezamos a mirar el partido en silencio total- con mil ganas de gritar pero con un hijo durmiendo-. No entendí exactamente lo qué pasó o qué pasó por su mente para buscarme y ponerse en mis zapatos, no me ayudó a dormir al bebé pero sí al menos hacerme compañía, fue extraño pero se lo agradezco. 

Como ven hay dos escenarios: El primero en el que como madre y mujer, me encanta el fútbol pero prima el ser madre y tienes que cuidar al bebé antes que mirar el gol. El segundo es que el fútbol tiene un poder dominándote sobre hombres y mujeres, al grado de llevarnos a olvidar por casi 90 minutos de las responsabilidades que aún existen a tu alrededor.No sé si a todas les pasó, pero que increíble sería que con esa misma pasión muchos padres se dedicarán a sus hijos y amarlos como aman a la selección. 

El futbol creo que es el único deporte que une a grandes y chicos, que es capaz de llenar estadios. Sería genial que las entradas se donarán a instituciones que se dedican ayudar a las personas más necesitadas y así estaríamos haciendo patria, no solo alentando a nuestro equipo para obtener un cupo al mundial, si no que también nuestro dinero podría ayudar. 

En fin, hay cosas que no se pueden cambiar, y el fútbol mientras exista, hará que por 90 minutos muchos se olviden de sus responsabilidades como padres.

¿Como van en casa con todo esto de las eliminatorias de futbol? 

Besos babosos,
ChinaMom